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El arte y la lucha social definen la trayectoria de Agustín Ibarrola

La obra de Ibarrola se caracterizó por la diversidad y compromiso, evidente en su paso por la pintura, la escultura, el arte público y el land art, así como en la lucha política en contra del franquismo y en favor de los ideales de democracia y libertad.

Agustín Ibarrola. Foto: via Wikipedia

 Agustín Ibarrola Goicoechea nació en Bilbao el 18 de agosto de 1930. Desde temprana edad, mostró un gran interés por el arte, especialmente por la pintura. A los dieciséis años, realizó su primera exposición individual, revelando un talento precoz y una inclinación hacia la vanguardia artística.

En 1948, con el apoyo de becas de la Diputación de Vizcaya y el Ayuntamiento de Bilbao, se trasladó a Madrid para continuar su formación en el taller del pintor Daniel Vázquez Díaz. Allí permaneció hasta 1955, absorbiendo las técnicas y la sensibilidad del cubismo y el postcubismo, movimientos que marcarían su obra temprana.


El Equipo 57 y la abstracción geométrica (1957-1962)

En 1957, junto a José Duarte, Ángel Duarte, Juan Serrano y Jorge Oteiza, fundó el Equipo 57, un grupo de artistas vascos que buscaban renovar el panorama artístico español de la posguerra. El equipo se caracterizó por su exploración de la abstracción geométrica, tomando como referencia las vanguardias europeas y reinterpretándolas con un enfoque propio.

Ibarrola jugó un papel fundamental en el Equipo 57, aportando su investigación sobre las relaciones positivo-negativo, cóncavo-convexo y los espacios curvos. Sus obras de este periodo se caracterizan por la precisión geométrica, la utilización de colores planos y la búsqueda de la armonía visual.


Compromiso político y militancia antifranquista (1962-1976)

Paralelamente a su actividad artística, Ibarrola se involucró activamente en la lucha contra la dictadura franquista. Su compromiso político lo llevó a ser miembro del Partido Comunista Español, lo que le costó la detención y condena a nueve años de prisión en 1962.

A pesar de las duras condiciones carcelarias, Ibarrola no abandonó su pasión por el arte. Continuó pintando y dibujando en la cárcel, creando obras que reflejaban su experiencia y su compromiso con la causa antifranquista. Estas obras, realizadas en materiales precarios y con un fuerte simbolismo, se convirtieron en un testimonio de resistencia y lucha.


Retorno a la libertad y nuevos caminos artísticos (1965-1982)

En 1965, tras su liberación, Ibarrola se embarcó en una nueva etapa artística. Junto a otros artistas vascos, participó en la creación de los grupos Gaur, Emen, Orain y Danok, plataformas que buscaban revitalizar el arte vasco tras la represión franquista. En 1967, es nuevamente encarcelado hasta 1969.

En esta etapa comenzó a explorar el land art, realizando intervenciones en el espacio público que dialogaban con el entorno natural y social.


El Bosque de Oma: una obra maestra del land art (1982-1991)

En 1982, Ibarrola inició uno de sus proyectos más ambiciosos y reconocidos: El Bosque de Oma. Ubicado en el País Vasco, este bosque convertido en obra de arte representa una simbiosis única entre naturaleza y creación humana.

Ibarrola pintó los troncos de los árboles con patrones geométricos y colores vivos, transformando el bosque en un espacio mágico y sorprendente. La obra ha sido interpretada como una metáfora de la vida, la muerte, la memoria y la resistencia, convirtiéndose en un referente del land art a nivel internacional.


Reconocimiento internacional y obra posterior (1991-2023)

A partir de la década de 1990, Ibarrola recibió un amplio reconocimiento internacional, con exposiciones en prestigiosas galerías y museos. Su obra continuó evolucionando, incorporando nuevos elementos y técnicas, pero siempre manteniendo su compromiso con la experimentación y la crítica social.

Entre sus obras posteriores destacan las intervenciones en espacios públicos como Piedras y árboles en Allariz (Ourense), Los cubos de la memoria en el puerto de Llanes (Asturias) y las traviesas del Ruhr en Bottrop (Alemania). También realizó numerosas esculturas y grabados, consolidando su posición como uno de los artistas más importantes de España.


Fallecimiento y legado (2023)

Agustín Ibarrola falleció en Galdácano el 17 de noviembre de 2023. Su legado se extiende más allá de la obra en sí misma, y abarca dimensiones sociales, políticas y medioambientales. Allí confluyen su compromiso social y político, su papel en la renovación del arte vasco y su implicación con la naturaleza y la defensa del medio ambiente.


Exposiciones actuales:

“Agustín Ibarrola. El grito de Ibarrola. Compromiso, lucha y libertad”. Del 8 de mayo al 27 de julio de 2024. Galería José de la Mano, Madrid. Comisariado: Jesús Alcaide.


También te puede interesar (enlaces patrocinados):

Ibarrola. El bosque de Oma. Omako basoa. Universidad del País Vasco, 2000. 110 páginas. Edición en euskera.

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