En la poesía concreta la expresión visual de las palabras tiene más importancia que la sintaxis o el ritmo. El carácter experimental de esta forma poética permite prescindir del significado y establecerse como un objeto sensible. Entre los antecedentes de la poesía concreta figuran obras como el poema tipográfico “Un coup de dés jamais n'abolira le hasard” (1897) de Stéphane Mallarmé o los Caligramas (1918) de Guillaume Apollinaire. Igualmente se mencionan entre sus precursores a otros autores como Ezra Pound, E.E. Cummings y James Joyce. En el siglo XX, las primeras referencias tienen lugar en la década del treinta, con el surgimiento en Europa del movimiento de arte concreto. En los años cincuenta, la variante brasileña de arte concreto le otorga una mayor solidez conceptual y el término con que se le conoce. Sin embargo, existe el caso del poeta Eugen Gomringer, quien en 1953 y sin conexión con los concretistas brasileños publicó obras de poesía concreta que titulaba constelacio
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